Música del siglo XX: nuevos espacios.

El siglo XX inauguró una época de grandes cambios. Si en el ámbito de la tecnología o de las comunicaciones, por ejemplo, es fácil apreciar las diferencias respecto al siglo XIX, no menos importanes resultan otros aspectos del saber, donde se instalan nuevos modelos de pensar, hacer artes plásticas o escribir.

Respecto a la música se ha comentado sobradamente el impacto que el nuevo siglo tuvo, y la inclusión de formas de componer que excluyen la armonía tradicional, aprecian nuevos efetos tímbricos o discurren formas y comportamientos nuevos respecto al acto de componer o de escuchar la música. De ahí salieron concepciones como el Dodecafonismo, las Vanguardias con sus diferentes ramificaciones y músicas que tienen en cuenta el azar, así como experimentos relacionados con la electricidad y sus diferentes aplicaciones en el hecho musical.

Sin embargo una de las mayores aportaciones que nos ha dado el siglo XX musicalmente hablando es la mayor difusión de la música, hecho que está siendo sobradamente conocido en estos tiempos de descargas y piratería, por un lado, y el auge incuestionable de la música popular, en forma de jazz, blues, rock y sus derivados, que han arrinconado a la llamada "música clásica", por otro.

El hecho mismo del rock, pop, etc., supone una aceptación de la nueva sociedad de consumo masivo que intrínsicamente nos aleja de la abstración de la música "culta", excluida del circuito de consumo de la música popular. Ello cambia también algunos aspectos de la música como el propio acto de la escucha, entendido hasta entonces como un acto único, público e irrepetible.

Algunas de estas condiciones siguen estando presentes en le música popular en el siglo XX, y de hecho muchos músicos han recurrido al concierto en directo para preservar la condición de música en tanto que bien consumible (y objeto de compra) en el tiempo. Sin embargo, todos los cambios suponen también un cambio en los espacios dedicados al hecho musical:

- En primer lugar aparece el café, el pub, el café-concierto, el bar, si se quiere, donde la gente va a divertirse, beber, charlar, y, de paso, a escuchar música en directo. La música se encuentra esta vez acompañada por cualquiera de las actividades mencionadas, pudiendo ser la principal o no.

- Por otra parte tenemos la discoteca, espacio imprescindible sobre todo a partir del nacimiento de la música disco en los años 70; es el espacio de los jóvenes de las diferentes generaciones, en este caso concebido para el fin musical, donde, como bien se ha dicho, conviven diferentes personas procedentes de diferentes clases sociales o razas.

- Otro espacio inconcebible desde quizás la Edad Media es la calle: en diversos barrios neoyorkinos de procedencia sobre todo latina o afroamericana surgieron músicas bailables por medio de las cuales los jóvenes expresaban su descontento, sobre todo. Estos bailes, desde la salsa hasta el break o el rap, otorgan identidad como espacio a la calle, donde la gente sobrevive, come, duerme y también hace música. Es un signo de los tiempos.

- Además tenemos otros espacios que en principio no han sido concebidos para actividades musicales pero que resultan altamente representavivos de nuestros tiempos: campos de fútbol, pistas polideportivas, o espacios naturales como playas o prados (llanuras en general), que resultan proclives a la expresividad (gritos, manifestaciones de ánimo, etc.), quizás por tratarse de espacios abiertos.

Es tal la versatilidad de la música popular en nuestro siglo que igualmente son imprevisibles los espacios en los que ésta se realiza.